“Hemos decidido retirarnos de la Comisión Ballenera Internacional para reanudar la caza comercial de ballenas en julio del próximo año”, dijo a la prensa el principal portavoz del gobierno, Yoshihide Suga, este pasado miércoles.

Este explicó que “se limitará a las aguas territoriales y las zonas económicas exclusivas de Japón”. “No cazaremos en las aguas antárticas ni en el hemisferio sur”, aseguró Suga.

Pero el anunció fue un verdadero balde de agua fría mundial, aunque había sido ampliamente esperado. Se produce después de que Japón tratara de convencer a la CBI (IWC por sus siglas en inglés) de que le permita reanudar la caza comercial de ballenas. Tokio había amenazado reiteradamente con retirarse del acuerdo y ha sido insistentemente criticada por capturar cientos de ballenas al año para “investigación científica” a pesar de ser signataria de una moratoria sobre la caza de estos animales acuáticos.

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Suga dijo que Japón informaría oficialmente a la CBI de su decisión a fines de año, lo que significa que la decisión entrará en vigor el 30 de junio. Abandonar la CBI significa que los balleneros japoneses podrán reanudar la caza en las aguas costeras japonesas de minke y otras ballenas actualmente protegidas por la CBI. Pero Japón no podrá continuar con las llamadas cacerías de investigación científica en la Antártida que se le ha permitido excepcionalmente como miembro de la CBI en virtud del tratado.

La retirada significa que Japón se alinea con Islandia y Noruega en su abierto desafío a la prohibición de la CBI sobre la caza comercial de ballenas. Japón ha cazado ballenas durante siglos y su carne fue una fuente clave de proteínas en los años inmediatos posteriores a la Segunda Guerra Mundial, cuando el país era extremadamente pobre. Pero el consumo ha disminuido significativamente en las últimas décadas, y gran parte de la población dice que rara vez o nunca comen carne de ballena.

Japón era miembro de la CBI desde el 21 de abril de 1951 y hasta ahora había respetado la moratoria en la caza comercial de la ballena acordada en 1982, aunque organizaciones animalistas aseguran que existía una caza comercial encubierta. Suga dijo que, a partir de su retirada, el país actuará como observador en el seno de la organización y aseguró que el Gobierno de Tokio sigue comprometido en el manejo de los recursos marinos de acuerdo con datos científicos.

fuente: biobiochile.cl

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