- El Ejército chileno y la policía secreta han estado enviando cocaína, secretamente y por casi dos décadas, a Europa y Estados Unidos.
Una extensa investigación de un año, ha establecido que el tráfico comenzó durante los 17 años de la dictadura de Augusto Pinochet y continúa hasta el día de hoy. 12 toneladas de la droga con una valor de venta al consumidor de varios billones de dólares, dejaron Chile sólo entre 1986 y 1987.
La droga, destinada para Europa, solía llegar al territorio de España vía aviones que llevaban armas chilenas a Irak e Irán. La distribución a las naciones europeas ha sido controlada por la policía secreta establecidas en las Embajadas chilenas en Estocolmo y Madrid.
No hay duda que el General Pinochet cuyo poder fue absoluto entre el golpe de 1973 y en 1990, cuando dimitió, comenzó la fiesta del tráfico. Él mismo declaró, en octubre de 1981: “Ni una hoja se mueve en Chile si yo no la muevo. Dejemos eso claro.”
La policía secreta –originalmente conocida como la DINA y desde 1977 como la CNI –fue atendida por un servicio personal y ayudó al General Pinochet a torturar y asesinar a oponentes políticos. El General se mantuvo cerca, chequeando –día a día- todas las operaciones secretas de esta policía secreta. El director de la DINA, el General Manuel Contreras, declaró, en 1988, en la Corte Suprema que él no iniciaba ninguna operación sin el permiso de Pinochet.
Las altas ganancias provenientes de la droga sirvieron para enriquecer a señeras figuras en Chile y para financiar las operaciones de la DINA y la CNI.
El General Pinochet, quien, en Santiago, se resiste al arresto por cargos de secuestro y asesinato nunca aclaró cómo él y su esposa, Lucía, poseen más de un millón de dólares en su cuenta del Banco Riggs en Washington en marzo de 1997. Como Comandante en Jefe del Ejército chileno su salario anual a ese tiempo llegaba sólo a los 16.000.- dólares (casi diez millones de pesos).
Nueva evidencia sobre la colaboración entre el General Pinochet y los carteles colombianos fueron mostrados este año recién pasado en mi libro Pinochet: Las Políticas de Tortura han surgido de un Delgada Línea Blanca, un nuevo libro de Rodrigo de Castro, un funcionario internacional formado en Chile y Juan Gasparini, un periodista argentino.
Citados en documentos de la Corte Norteamericana, archivos de la policía chilena y declaraciones de un funcionario de la armada estadounidense, Frankell Ivan Baramdyka, quien se vio envuelto en el tráfico. Baramdyka fue extraditado a Chile en mayo de 1993 y luego declarado reo en el estado de California por delitos relacionados con narcóticos. Él trabajó para el servicio de inteligencia norteamericano a inicios de los 80, y fue animado a participar en el tráfico de drogas bajo la condición de que parte de las ganancias fueran a la lucha contra el terrorismo en Nicaragua, programa apoyado por el Presidente Ronald Reagan.
Luego de que las autoridades norteamericanas registraran su casa en los Angeles hacia 1985, Baramdyka voló a Santiago, donde se estaba preparando una nueva operación de tráfico. Luego de ese año, él fue reclutado por la policía secreta chilena, y pronto estuvo supervisando las actividades de exportación de drogas.