- Según comenta el psiquiatra chileno Otto Dörr, una exposición prolongada por parte de los adolescentes a estas redes puede causar graves problemas en su desarrollo personal, además de generar una peligrosa adicción y otros trastornos de salud mental.
Según un estudio elaborado por Qustodio, a raíz de la pandemia el consumo de redes sociales por parte de niños y adolescentes aumentó en gran volumen durante 2020, subiendo un 76 % respecto de 2019. “Hoy en día tenemos a jóvenes con mucha inseguridad y malestar interno, los que a su vez cuentan con menos herramientas propias para sortear las dificultades. Les resulta difícil interactuar de buenas a primeras con otra persona, ya que se comunican mejor a través de pantallas, llegando para algunos a convertirse en una situación bastante fóbica el contacto real con el otro”, explica el psiquiatra Otto Dörr, Premio Nacional de Medicina 2018.
El mismo estudio, se encargó de nombrar a las tres páginas preferidas de los jóvenes, entre las que se encuentran Tik Tok, Instagram y Facebook. La primera de esta lista es una de las más populares en la actualidad y se estima que globalmente los adolescentes le dedican 75 minutos al día.
El problema de la imagen corporal para los adolescentes
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define como “adolescencia”, al período de desarrollo humano que corresponde entre los 10 hasta los 19 años. Aunque no existe un consenso sobre el rango etario, se define como adolescencia temprana al periodo entre los 10 y los 14 años.
Es especialmente durante esa etapa cuando ocurren la mayor cantidad de cambios en el individuo, ya que además de experimentarlos físicamente, su personalidad se comienza a definir. Es allí donde un consumo excesivo de redes sociales puede causar graves daños en torno a la imagen corporal de los jóvenes.
Redes sociales como Tik Tok e Instagram, que entregan un alto valor a la imagen, contienen estereotipos físicos, tanto femeninos como masculinos, mostrados a través de los denominados “influencers”. Inevitablemente los jóvenes tienden a compararse físicamente con ellos, generando en muchas ocasiones inseguridades sobre su cuerpo.
“Nuestra mente y fortaleza emocional puede soportar la crítica de los cercanos, pero no la de cientos de miradas de quienes poco o nada sabemos. Este hecho afecta mucho la estabilidad emocional del adolescente, tanto es así que al no sentirse aprobados por su comunidad virtual de las redes sociales, y no conseguir la supuesta popularidad, se desaniman y les acecha un vacío que quieren volver a llenar acudiendo nuevamente a las redes sociales. Se gatilla una suerte de adicción a la pantalla en donde no se es capaz de dejarla, lo que paradójicamente se acompaña de más sentimiento de soledad y desánimo”, señala el doctor Dörr.
El peligro de generar una adicción
A muchos padres les sucede que a toda hora ven a sus hijos con el celular en sus manos. Según estima un estudio elaborado por la Royal Society for Public Health y el Young Health Movement en Gran Bretaña, cerca del 91 % de los jóvenes entre 16 y 24 años ocupa el internet para acceder a las redes sociales. Un 5 % de ellos puede desarrollar una adicción a ellas, considerada más fuerte que la que ocurre con el alcohol y cigarros.
Los peligros de generar una adicción a las redes sociales pueden incrementar los efectos negativos que se pueden dar con el consumo normal de estos sitios, tales como problemas para dormir derivados de su uso excesivo, problemas relacionados con el autoestima al comparar la imagen propia con la del otro, e inclusive, el desarrollo de depresión a causa de sentirse excluido o ignorado por su entorno digital.
“Las redes sociales están creadas para producir adicción. Las adicciones se definen por la pérdida de control, deterioro social y el creer que se puede manejar la conducta. Una de las consecuencias más claras de este pasar ‘atrapado’ en las redes sociales, es el perderse, no saber quién se es, perder la libertad, ser manejado respecto a los gustos, pensamientos, decisiones. La inteligencia artificial maneja al sujeto para sus fines, sobre todo al más joven”, manifiesta Otto Dörr Zegers.
¿Qué pueden hacer los padres?
En una pandemia es común que niños y jóvenes aumenten el tiempo que le dedican a las redes sociales y la tecnología, por el hecho de que ya no tienen las mismas posibilidades de salir al exterior debido a las cuarentenas y medidas preventivas. Sin embargo, es deber de los padres darse cuenta acerca del tiempo que le dedican sus hijos a sus teléfonos móviles y de cómo estos están cambiando su conducta.
En este sentido, el psiquiatra Otto Dörr es tajante al recomendar el no uso de estos aparatos tecnológicos hasta que los niños cumplan la mayoría de edad. “Estamos viendo cada día más problemas relacionados con la salud mental juvenil que se asocian a nuestro modo de vivir, con ello me refiero a los trastornos de personalidad limítrofe, las conductas de autolesionarse sin tener intención de suicidarse, todas patologías que tienen en común la dificultad para consolidar su identidad, es decir para saber quién se es, que me pasa, que siento. Son jóvenes que finalmente no logran entrar bien al mundo adulto porque no sólo desconocen quiénes son sino que cuentan con menos herramientas para enfrentar las dificultades de la adultez”, explica.