El rapero es uno de los artistas que forman parte del largometraje documental “Desde el Otro Lado del Río”
A mediados de la década de los 90`, un adolescente de raíces de campo llega a vivir junto a su familia a Villa Lambert, un lugar que se transformaría a través de los años en el epicentro de la cultura hiphop en la Región de Coquimbo. Así comienza la historia del rapero Zoodaka Libre, quien cuenta que “todas mis amistades, todo lo que aprendí del rap y mi filosofía de vida nacieron en esta población, que en ese tiempo se convirtió en el corazón del arte urbano en la región, donde se congregaban raperos de El Tofo, El Olivar, Villa El Parque y del Romero; allí esta cultura pegó fuerte, bajo el contexto de que era música de gente pobre, algo que impactó mucho a la juventud de esas poblaciones y que fue un llamado a vivir profundamente este estilo”.
Para Zoodaka, esta cultura fue creciendo de manera natural en las poblaciones de Las Compañías, a través de “un sistema colaborativo inconsciente, donde las personas que tenían acceso a una revista o un cassete lo iba compartiendo con sus amigos y vecinos” y cuenta que de esa forma “fuimos conociendo el estilo de vida detrás del hiphop, que nos enseñó el cariño por la población y nuestras raíces”.
Las rimas como vía de escape
A pesar de que se ha relacionado este estilo de música con las drogas y la delincuencia, Zoodaka expresa que “es totalmente lo contrario, porque este estilo de vida te salva del lado oscuro de las calles a través de su disciplina, porque es un arte que requiere mucho tiempo de aprendizaje, ya sea para cantar o escribir y actualmente es una forma de expresión que ha ganado respeto gracias a la masividad de las peleas de gallo”.
Para este rapero “el hiphop es una hermandad, un medio de expresión que estaba a nuestro alcance, porque no teníamos dinero para costearnos instrumentos o educación musical y con él contábamos lo que ha pasado siempre en las poblaciones: violaciones, discriminación y represión, que son temas que quizás están más presentes hoy por los medios de comunicación y las redes sociales, pero que en aquellos años no salían en ningún lado; nosotros cantábamos la realidad, transmitíamos la verdad de lo que vive cada vecino y esa era nuestra vía de escape”.